A la santa se le atribuyen también numerosos milagros, aunque el más conocido es sin duda el del río Jarama.
En esta ocasión lo protagonizó María en solitario, cuando, para ir a la Ermita de la Virgen, cruzó andando, el cauce en crecida del río Jarama, sobre su mantellina, como si fuera una barca de lana y a la vista escondida de Isidro y otros acompañantes, algunos malintencionados, que habían especulado frente al santo con el adulterio de su esposa.
Ese hecho sobrenatural evidenció frente a todos, la permanente virtud de quien sólo se dedicaba a atender a la Santísima Virgen de la Piedad en su Ermita.
En este caso fue Isidro, el que reconoció en su esposa a una verdadera santa.