En este milagro, aparecen Isidro y María orando junto al brocal del pozo, al que se había caído su hijo. Es un milagro impresionante, documentado e inmortalizado por distintos pintores y que refleja cómo el Señor actuó, al recibir las súplicas de ese matrimonio destrozado ante la muerte de su hijo ahogado en el pozo y al que sólo le pedían fortaleza de ánimo para aceptar su voluntad, momento en el que Dios les recompensa, haciendo que las aguas subieran y sobre ellas, el niño flotando.
Con alta probabilidad el pozo en el que ocurrió este milagroso acontecimiento, que tiene 27 m. de profundidad y 3 de ellos de agua, es el que hoy se puede ver en el Museo – Casa de San Isidro y de Iván de Vargas, en la Plaza de San Andrés, donde falleció Isidro.